Antropomorfismo en los dioses
¿Porqué los dioses griegos eran antropomorfos?, es más, ¿porqué eran tan parecidos a los hombres, no sólo físicamente, sino en las pasiones también? En éste trabajo, buscaré responder estas incógnitas y aclarar dudas sobre la cultura mitológica en Grecia.
¿De dónde puede surgir el hecho de que los dioses griegos son extremadamente parecidos a los hombres? Probablemente era parte de la búsqueda de su historia, de la búsqueda de un pasado que no podían explicar por falta de recursos científicos e históricos, pues es bien sabido que los griegos antiguos usaban mitos y dioses para dar respuesta a sus dudas sobre el origen del mundo y los fenómenos de la naturaleza que presenciaban a diario, seguramente es por eso que los griegos tenían dioses para todo, tenían dioses para el amanecer, el anochecer, el mar, el sol, la luna, el viento, la tierra, los truenos, en fin, prácticamente cada fenómeno natural tenía un dios propio. Sin embargo, no sólo tenían dioses para explicar la naturaleza, sino también para explicar sus sensaciones, sentimientos, errores, impulsos, etcétera. Es por eso que en la Ilíada claramente se muestra que las diosas se “transfiguraban” para alterar de alguna manera el comportamiento de los guerreros como Agamenón y Aquiles, e incluso los inspiraban cuando hablaban.
“… Aquiles convoca el pueblo al ágora: se le pone en el corazón
Hera, la diosa de los brazos blancos que se interesa por los dánaos
a quienes ve morir.”
De hecho en la Ilíada las diosas como Afrodita y Hera tienen sus “favoritos” para ganar, y los “defienden” de sus combatientes o a sus ciudades favoritas.
“En seguida, contesta Hera venerada: Tres son las ciudades que
más quiero: Argos, Esparta y Micenas, la de calles anchas…”
Obviamente, en realidad no había dioses que cuidaran de esa manera a los guerreros, pero la única manera que los griegos tenían de explicar las contrariedades y coincidencias en combate, como lo es el quedar vivo después de un ataque, era por medio de la intervención de dioses protectores que te cuidaban incondicionalmente si ganabas sus favores por medio de tributos y obediencia, y te afectaban de la peor manera si, aunque les dieras tributos, no eras de su agrado.
“Aquiles, el de los pies ligeros, contesta: “Preciso es, ¡oh diosa!,
hacer lo que mandas, aunque el corazón esté muy irritado. Pro-
ceder así es lo mejor. Quien a los dioses obedece, es por ellos
bien atendido”